Hoy Adrián nos habla de la pareja, de la importancia de la construcción de un vínculo sano a través del cuidado, la comunicación, la sexualidad y, también de otros vínculos que nos sostengan.
El tipo de relación y la manera de comunicarse que construya una pareja antes y durante la crianza de sus cachorros humanos es la base en la que se sustenta esa nueva vida. A la vez que esa nueva vida es una nueva oportunidad de tomar conciencia y poner atención en la relación con nuestra pareja.
Pienso que cultivar una comunicación no violenta y por lo tanto respetuosa y que acerca a las dos personas en vez de enfrentarlas es el camino a seguir. Hablar desde uno mismo, desde las necesidades no cubiertas y en el momento adecuado para no juzgar ni cargar a la otra persona por la toma de decisión en sus acciones no es tarea fácil. En mi caso reconozco que durante el puerperio de mi pareja me ha costado bastante mantenerme en ese lugar y, que en ocasiones he exigido y he hablado en momentos que no correspondían. Esto en ocasiones nos alejaba, menos mal que me di cuenta y reaccioné. Un bebé es un cambio profundo en esa relación. La vida con un hijo es igualmente maravillosa que agotadora. Al menos la nuestra. Los momentos personales de cada uno y los momentos compartidos a dos ya no son los mismos. Ubicarse en este nuevo sistema familiar cuesta y al mismo tiempo es una oportunidad excelente también para crecer juntos. Entre otros aspectos, es un buen momento para cultivar una sexualidad honesta, respetuosa y de auténtico goce.
Hablé en el primer post de cual considero que es el papel a ocupar de un nuevo padre consciente y qué trabajo he realizado para estar más preparado y sentirme satisfecho y valioso, en un inicio, sosteniendo y cuidando a esa fusión madre-bebe y con el transcurso del tiempo cuidando directamente de las necesidades de mi hija. Hoy en día, debido al núcleo familiar en el cual nuestras hijas crecen considero que tomar esos roles con responsabilidad y respeto desde el derecho que nos otorga el ser padre recae en nosotros. Yo quiero y elijo estar presente, no como ayudante sino como co-participante de la crianza de nuestra hija. Al mismo tiempo creo que en este momento de crianza en particular y en el recorrido de la vida entera en general, que tanto las madres como los padres tengamos otros vínculos amorosos donde apoyarnos es enriquecedor y repercute a su vez en la calidad de vida de la pareja.
Estoy con mi compañera y otras parejas iniciando un proceso de vida en comunidad, donde cada familia tenga su espacio personal propio y además haya otros espacios comunes. Esta manera de vivir estoy seguro que aportará para que en la crianza no recaiga un peso excesivo en la pareja. Bien viviendo en comunidad o de la manera en que vivamos, que las madres puedan compartir espacios y vivencias que solo las atañen a ellas, y de la misma manera, padres compartamos con otros padres es fundamental. Abrirse con otros iguales, saber que pasan por lo mismo, eso nos reconforta. Y si además en espacios cuidados y seguros tenemos la oportunidad de conocer las emociones y sentimientos por las que atraviesan las mujeres (en nuestro caso) más que mejor. Es un paso adelante para empatizar con la persona que convivimos y avanzar en el viaje de comprendernos y amarnos mutuamente sin ataduras.